La cancha está rayada.
Los contendores están listos.
De un lado, los golpistas hondureños apoyados por empresarios, medios de comunicación, jefes militares y la alta esfera eclesiástica.
De otro lado, los golpeados hondureños que cuentan con el apoyo de la OEA y sus miembros, de los EEUU (por lo menos en tesis) y gran parte de la comunidad internacional, inclusive europea.
Lo importante en este juego es que hay una árbitra bastante bien preparada: La población.
Que está presionada, puede romper el cerco y entrar en campo.
Infelizmente, no será un juego democrático.
La censura, la suspensión de los derechos constitucionales y la represión juegan papel preponderante.
En este episodio, por ironía, el único sector que puede evitar derramamiento de sangre, creo ser las Fuerzas Armadas hondureñas que, como la Iglesia del país, están divididas entre viejos comandantes y la nueva generación de oficiales.
Como en la mayor parte de América Latina, la tropa es formada por campesinos o descendientes, factor que no se puede ignorar.
No dudo que la interferencia escondida de grupos de inteligencia de varios países del mundo sea el arma escondida que los golpistas tienen.
La cancha está lista y las hinchadas preparadas para la contienda.
El equipo local, capitaneado por el golpista Micheletti (foto der.), ya está en el túnel; el equipo “visitante”, cuyo capitán es el presidente depuesto, Manuel Zelaya (foto izq.), anunció que arribará encima de la hora, hoy domingo.
Lo único que no vale en este partido (literalmente) es el empate.
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